domingo, 12 de octubre de 2014

echoes of mine

No es el otoño el culpable, ni el ruido de las hojas secas...

Quizás, el sentido de toda una vida esté en las líneas rectas, es posible que todo haya sido ya programado e incluso nosotros seamos únicamente personajes de una obra evocada al fracaso, cada cual con su rol y sus líneas.

Las luces de una ciudad en mitad de la noche, la velocidad de una carretera que atraviesa bosques inmundos, bosques y mundos, las constelaciones de tu espalda, de lunares unidos y batallas perdidas. El horizonte de un mar frío y profundo, la deriva de unos ojos tan oscuros como desiertos.
La vida podría ser el "skyline" de la ciudad más inmensa, de la ciudad con más voces interiores que claman un respiro entre tanto caos, entre tanta asfixia. Son las luces de cada edificio las que forman tan inmensa línea que sube y baja, que va y viene y que, a veces en su punto más alto y otras a ras del suelo, brillan o desaparecen.
La vida se cuenta además, en base a amaneceres, en la línea constante de las horas y los días, en base a la lógica de que primero el día y luego la noche, o al revés, de que primero arriba y luego a bajo, o al revés, de que a veces yo y luego el resto, o al revés.

La vida son contradicciones de forma capicua y siempre de vuelta al principio, nunca termino contando mi historia.


¿Qué hay de cierto en todo esto, cómo de real es tu deriva?
La mía está escrita, sólo hace falta leerla, entre líneas.